LOS TRES MAGOS Y LOS MASONES DE YORK.


Catedral de York

Las pequeñas dimensiones de la actual ciudad de York apenas puede ocultar su pasada grandeza. Durante más de 2000 años, esta ciudad fortaleza fue la clave para el dominio del norte de Inglaterra, y una de las urbes más emblemáticas del reino, al punto de que Ricardo II se planteó convertir a York en la capital de Inglaterra. Tras la Guerra de las Dos Rosas, York alojó al Consejo del Norte, siendo considerada la segunda capital de Inglaterra. No obstante, este privilegio únicamente duraría una década, la de 1660, pues el declive demográfico de la ciudad pronto comenzó a ser notorio, aunque durante la Revolución Industrial aumentó ligeramente su población gracias a la industria textil y al hecho de convertirse en nudo ferroviario. Actualmente cuenta con 200.000 habitantes y es sede de una de las dos provincias anglicanas, junto con Canterbury.


Representación de un auto en la ciudad de Chester.

Los autos de Corpus Christi (Mystery plays)

Durante la Edad Media comenzaron a representarse en las principales ciudades de Inglaterra (y de buena parte de Europa) unos representaciones teatrales que tradicionalmente organizaban las diócesis y se denominaban autos. Estos autos se dividían en Milagros, si se referían a los realizados por la Virgen o algún santo; Misterios, si eran escenificaciones de la vida de Cristo o de episodios de la Biblia y, en una etapa posterior, Moralidades, donde los personajes encarnaban virtudes, vicios, la muerte, etc. y donde el contenido no eran específicamente religioso. En la Inglaterra medieval era costumbre representar misterios con motivo de la festividad del Corpus Christi, de modo que que la puesta en escena tenía lugar en el interior de edificios eclesiásticos, con ropas especialmente diseñadas para la ocasión, y con los propios clérigos como actores.

A partir del Siglo XIV, la Iglesia de Inglaterra (entonces todavía católica) comenzó a encargar la puesta en escena de estos autos a los distintos gremios de las ciudades, que los aceptaron como un privilegio en el orden social a cambio de una compensación económica. Los autos pasaron a representarse sobre unas carretas que se iban desplazando por las calles de la ciudad, aprovechando las buenas condiciones meteorológicas de la época estival (todo lo buenas que pueden serlo en Inglaterra). La envergadura de estos Mystery Plays variaba según la importancia de la diócesis y del número de gremios con que contaba la ciudad. Los más espléndidos tenían lugar en York, donde el número de gremios ascendía a 48. Estas representaciones a cargo de los gremios de York se llevaron a cabo desde aproximadamente 1369 hasta 1570, aunque como consecuencia de la Reforma aquellos autos que tenían como eje central episodios de la vida de la Virgen María dejaron de representarse hacia 1550.


Representación moderna de Adán y Eva, en los
Mystery Plays 2008 de Gloucester.

Cada gremio representaba año tras año el mismo misterio. En la medida en que era posible, los gremios fueron escogiendo aquel que albergaba alguna semejanza con su oficio. Aunque los autos asignados varían según las ciudades, están especialmente bien documentados los Misterios de York. Los constructores de barcos (carpinteros de ribera es el término en español) comenzaron a representar El Arca de Noé. Los armeros, La Expulsión del Edén. El gremio de pescadores ponía en escena Noé y su esposa; los carniceros, La Mortificación de Cristo; los calceteros, La Partida de los Hebreos desde Egipto y el Cruce del Mar Rojo. Los herreros, La Huida a Egipto; los panaderos, La Última Cena. El gremio de alfareros, en un alarde griálico, ponía en escena El Descenso del Espíritu Santo. Los orfebres elegirían La Adoración de los Reyes para poder lucir su trabajo. Los cuchilleros, La Conspiración; los cardadores (esquiladores de ovejas), Cristo llevado al Calvario. El gremio de toneleros representaría La Caída del Hombre, mientras que alfombreros y literos llevarían a escena El Sueño de la Mujer de Pilatos. 

No obstante, el tema del auto no siempre estaba relacionado directamente con la función del gremio: los guarnicioneros (fabricantes de arreos para los caballos), llevaban al escenario Jesús ante los Doctores; los tejedores, La Aparición de María ante Tomás; y el gremio de arqueros y flecheros interpretaba La Negación de Pedro.

El caso es que el gremio de masones comenzó a representar un episodio que no tenía nada que ver con la construcción (y no será que no hay episodios de este tipo en la Biblia). El tema en cuestión era Los Magos Ante Herodes.


Los Magos ante Herodes, de un Libro de Horas de 1280 conservado en la Biblioteca Nacional de Escocia.

El episodio de los Tres Magos, reducido a la condición de fiesta comercial en la actualidad, es, como veremos, una advertencia para aquellos que buscando la luz, se extravían y, en lugar de buscarla en la Iniciación y la Fe, la buscan en la política y en el poder terrenal. Su emplazamiento en el Evangelio de Mateo nos indica la tremenda importancia que el autor del Evangelio otorgó a este tema. Hoy en día sabemos que Mateo no fue el autor del evangelio que lleva su nombre; pero durante mucho tiempo se consideró que este pasaje arrojaba luz sobre las circunstancias personales del apóstol, debido a la peculiaridad de la vocación de Mateo, publicano y poco menos que un colaboracionista con los romanos. Resulta también muy llamativo el lugar preponderante que el autor de este Evangelio le otorga a este pasaje tan perfectamente prescindible en términos históricos: justamente en su mismo inicio, únicamente precedido por la genealogía de Jesús. Quien quiera que escribió esto estaba poco menos que obsesionado por la batalla atemporal entre Iniciación y política que tendría lugar en el alma de aquellos que buscan la Luz en las distintas épocas.

Vamos a citar primero el pasaje de los Magos, para posteriormente adentrarnos en su simbolismo y ver cómo describe la relación entre poder terrenal y espiritualidad.
Jesús nació en Belén de Judea en los tiempos del rey Herodes. En aquel tiempo, unos sabios que venían desde el oriente llegaron a Jerusalén y preguntaron: «¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque hemos visto su estrella en el oriente, y venimos a adorarlo». Cuando el rey Herodes oyó esto, se turbó, y toda Jerusalén con él. Convocó entonces a todos los principales sacerdotes y a los escribas del pueblo, y les preguntó dónde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: «En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta:
“Y tú, Belén, de la tierra de Judá, no eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; porque de ti saldrá un guía que apacentará a mi pueblo Israel.” 
Luego, Herodes llamó en secreto a los sabios para saber de ellos el tiempo preciso en que había aparecido la estrella. Los envió a Belén, y les dijo: «Vayan y averigüen con sumo cuidado acerca del niño, y cuando lo encuentren, avísenme, para que yo también vaya a adorarlo». Después de escuchar al rey, los sabios se fueron. La estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que se detuvo sobre el lugar donde estaba el niño. Al ver la estrella, se regocijaron mucho. Cuando entraron en la casa, vieron al niño con su madre María y, postrándose ante él, lo adoraron. Luego, abrieron sus tesoros y le ofrecieron oro, incienso y mirra. Pero como en sueños se les advirtió que no volvieran a donde estaba Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.
Después que partieron ellos, he aquí que un ángel del Señor apareció en sueños a José y dijo: Levántate y toma al niño y a su madre, y huye a Egipto, y permanece allá hasta que yo te diga; porque acontecerá que Herodes buscará al niño para matarlo.
Y él, despertando, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto,y estuvo allá hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta, cuando dijo: De Egipto llamé a mi Hijo.
Herodes entonces, cuando se vio burlado por los magos, se enojó mucho, y mandó matar a todos los niños menores de dos años que había en Belén y en todos sus alrededores, conforme al tiempo que había inquirido de los Magos.


El viaje de los tres Magos a Belén, de Leonaert Bramer (1639)

Este grupo de iniciados (se han resumido en tres sencillamente porque ese número simboliza una multiplicidad), es originario de Oriente. Ya sabemos por el simbolismo masónico, heredado del hebreo, que el Oriente simboliza el estado primigenio de pureza, perdido en la Caída del Hombre. De hecho, este planteamiento es semejante al que plantea el Arco Real, donde  una terna de Sobrestantes (capataces), igualmente fuera de su patria, busca la Regeneración para regresar a su tierra natal.

Los Magos siguen la estrella que les dirige al Salvador, aunque no saben cómo encontrarle, de modo que cometen el error de dirigirse en primer lugar a buscar la ayuda del poder político, encarnado en Herodes (aunque de un modo distinto, la posibilidad de extraviarse y no reconocer dónde está la Verdad queda plasmada en el Grado, previo al Arco Real, de la Marca, donde a los tres Sobrestantes les es presentada la Piedra Angular, pero al no ajustarse a la Escuadra y no llevar marca de cantero -es decir, no es de factura humana- no saben reconocerla y la juzgan inútil, de forma que la Piedra Angular es arrojada a la escombrera, siendo únicamente cuando el Maestro de Obras interviene cuando se percatan de que esa era la Clave que necesitaban para construir el Arco Real, tras lo cual buscan en la escombrera hasta recuperarla).

Cuando los Magos informan a Herodes de que están buscando al Rey de los Judíos, este se siente amenazado; pero el poder terrenal por sí solo tampoco sabe dónde encontrar al Redentor, del mismo modo que ignora las circunstancias en que nace esta necesidad del alma, y por ello convoca a los Iniciados a su presencia para que le expliquen el momento en que nace la estrella. Finalmente apela a la Fe (sacerdotes y escribas), quienes sí son capaces de ofrecer las respuestas buscadas acudiendo a los Textos Sagrados.

El poder terrenal, con engaños, intenta aprovecharse de la ayuda de los Magos para destruir al Niño. Los Iniciados le localizan siguiendo la Estrella, y le regalan oro, incienso y mirra, (símbolos de realeza, divinidad y humanidad).

Los Magos, una vez que han encontrado al Salvador, pueden por fin retornar a su tierra de origen, y vuelven a Oriente, pero teniendo cuidado de evitar al poder político (el ángel les avisa en sueños de que no regresen a donde está Herodes), el cual desea exterminar a toda costa lo que el Salvador representa.

Finalmente, el poder político, ante la imposibilidad de asesinar al Salvador, desata toda su furia y absoluta falta de escrúpulos con el fin de intentar destruir a un enemigo al que por su naturaleza nunca podrá controlar.

El Sueño de los Magos, de un capitel románico en la catedral de Autun (Francia)


Nunca podremos conocer las circunstancias que hicieron que los masones de York comenzasen a representar este misterio. Quizá fuese un tema impuesto por la propia diócesis, o quizá lo hubiesen elegido ellos voluntariamente desde el principio, o de entre las alternativas que quedaban disponibles una vez que el resto de gremios había escogido el suyo. Habida cuenta de que dejaron sin representar los episodios que hubiesen podido elegir de manera natural (como la construcción del Templo de Jerusalén o La Torre de Babel), quizá cupiera pensarse que los masones, que al fin y al cabo eran quienes construían la mayor muestra externa de poder civil y religioso, la catedral, hubiesen deseado hacer una crítica velada a la Iglesia por el enorme poder terrenal que ostentaba en la Edad Media. Un detalle que invita a pensar que efectivamente perseguían poner de manifiesto la incompatibilidad entre política y espiritualidad es el hecho de que un gremio tan relacionado con los masones como son los retejadores también escogieron para sus Misterios un tema que muestra el maltrato y la falta de protección de la fe por parte del poder político: Jesús ante Pilatos.


Jesús ante Pilatos, por Buoninsegna (Maestà dela Catedral de Siena, 1311)

De lo que no me cabe duda es de que eran perfectamente conscientes de lo que este episodio simbolizaba. Lo único que tenemos claro es el hecho histórico de que, durante más de 170 años, en la fiesta de Corpus Christi, los masones representaban por las calles de York este aviso a navegantes acerca de dónde debe buscarse la Luz, y cuál es el extravío principal en el que se puede incurrir. Y es que 170 años son muchos años.

En fin, os deseo que los Reyes Magos os traigan muchos regalos (si habéis sido buenos, claro), y espero que cuando comáis el roscón de reyes os salga la figurita del rey, o al menos que no os salga el haba.